martes, 28 de mayo de 2013

De la paciencia


Un hermano que había sido insultado por otro hermano, acudió al abad Sisoés de Tebas y le dijo:
"Ese hermano me ha insultado y quiero vengarme". 
El anciano le rogaba: "No, hijo. Deja en manos de Dios la venganza". 
Pero el otro decía: "No descansaré hasta que me haya vengado yo mismo". 
El anciano insistió: "Hermano, hagamos oración". 
Y el anciano puesto en pie añadió: "Dios mío, ya no necesitamos que te ocupes de nosotros, pues nos vengamos nosotros mismos". 
Al oír esto el hermano se echó a los pies del anciano y le dijo: "Ya no tengo nada contra aquel hermano. ¡Por favor, Padre, perdóname!".


Sentencias de los Padres del Desierto. Cal XVI. De la paciencia

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