sábado, 8 de junio de 2013

Apotegmas de un monje a sí mismo


14.- Renovarse cada día. Monje, que la estabilidad no sea nunca una excusa para encastillarte en la comodidad de la vida, en la seguridad de la institución o en la indolencia de la fe. Los antiguos padres no tuvieron escrúpulos de abandonar sus celdas y cambiar de morada, comenzando nuevas formas de vida y procurando siempre avanzar de virtud en virtud. Levántate cada día con la ilusión de comenzar desde la nada tu vocación monástica, viviendo cada jornada como una única y definitiva oportunidad de encontrarte con Dios en la vida y en el destino de Jesucristo. Que su resurrección ilumine tu mañana, que su Pasión te conforte en el ocaso, y que su Espíritu Santo te empuje a comenzar siempre de nuevo.

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