sábado, 22 de octubre de 2016

Santas Nunilo y Alodia

Altar de las santas Nunilo y Alodia en el Monasterio de Leyre

El Monasterio de Leyre, en la archidiócesis de Pamplona, celebra hoy la fiesta de las santas mártires Nunilo y Alodia. Hermanas nacidas en Adahuesca (provincia de Huesca) en la primera mitad del siglo IX. Eran hijas de padre musulmán y madre cristiana y su familia poseía abundantes bienes. A pesar de que la ley les obligaba a seguir la religión de su padre, su madre las educó en la fe cristiana. Sus familiares las denunciaron ante el gobernador musulmán de Huesca, quien intentó obtener su abjuración mediante promesas, halagos o castigos, pero prefirieron permanecer fieles a la religión cristiana y por ello fueron degolladas. Los testimonios sobre la fecha de su martirio son contradictorios y, aunque la más probable es el 21 de octubre del 851, no cabe excluir totalmente ese mismo día del 846. La primera fuente histórica que habla de ellas es el libro II del Memorial de los Santos, compuesto por San Eulogio de Córdoba pocos años después del martirio y con noticias facilitadas por el obispo Venerio de Alcalá.


En fecha imprecisa de la segunda mitad del siglo IX los restos de las mártires fueron trasladados al monasterio de Leire, desde donde se propagó su culto. La fiesta litúrgica de la traslación se celebra el 18 de abril. Hacia el año 923 se fundó en las proximidades de Nájera un monasterio femenino bajo la advocación de las santas. Quizás ya en el siglo XI los monjes de Leire depositaron sus reliquias en la conocida arqueta de marfil de estilo califal, elaborada en Córdoba en 1005. El culto a las santas fue creciendo desde época medieval y alcanzó su mayor esplendor durante el siglo XVII. Su principal manifestación era la romería del 18 de abril. A resultas de la milagrosa intercesión de las santas en el remedio de una grave sequía, los devotos costearon un bello retablo (1638), que todavía se conserva en Leire. Tras largas gestiones, el pueblo de Adahuesca consiguió parte de las reliquias en 1672 y, aprovechando la exclaustración de 1820, logró la totalidad (1821), pero tuvo que devolverlas en 1826. Con la última desamortización (1836), fueron trasladadas a la parroquia de Santiago de Sangüesa; y en 1862 Adahuesca las obtuvo del obispo de Pamplona, aunque el ayuntamiento de Sangüesa se negó a entregar la arqueta califal, conservada hoy en el Museo de Navarra.

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